Cuando la tecnología desplaza al pensamiento

Vivimos una época donde las pantallas gobiernan la atención y los libros, antes esenciales, han sido relegados a lo decorativo. El celular, símbolo de avance, ahora también representa un riesgo: reemplazar el pensamiento por velocidad, la reflexión por inmediatez.

La tecnología no es enemiga. El problema aparece cuando se convierte en sustituto del criterio. Cuando nos dejamos educar por fragmentos virales y titulares sin contexto, empezamos a perder algo más grave que el hábito de leer: perdemos la capacidad de pensar con profundidad.

Un dispositivo en la mano no es sinónimo de formación. Lo que realmente nos enseñó a razonar no fue una pantalla táctil, sino las páginas de un libro, la concentración prolongada, el silencio interior que exige el conocimiento auténtico.

Hoy todo es inmediato. Pero lo inmediato rara vez es profundo. Y sin profundidad, no hay juicio. Por eso el mensaje es claro: que la tecnología avance, sí, pero no a costa del conocimiento. No olvidemos quién nos enseñó a pensar.

El progreso que olvida la razón, solo entretiene. Y una sociedad entretenida sin pensamiento, es una sociedad manipulable.

Greyson Gómez / Director Coafico

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